Las minas del rey Salomón.

Siguiendo con el repaso a la literatura universal de aventuras, hoy toca hablar de la obra de Henry Rider Haggard, "Las minas del rey Salomón", que cuenta las andanzas de Allan Quatermain por África, en busca de un tesoro legendario.
Es una obra muy conocida por sus adaptaciones cinematográficas. Lo que no es tan conocido, es el origen de este libro. A raíz de la publicación de "La isla del tesoro" (del que ya hablé en una anterior entrada), Haggard apostó con uno de sus hermanos que podía escribir una novela de aventuras que pudiera competir con la mencionada obra de Robert Louis Stevenson. Haggard terminó de escribir su libro después de unas seis semanas de trabajo (cuando un humilde servidor tardó unos tres meses en pasar a limpio "La odisea de Tashiko").
Lo que más me llama la atención de "Las minas del rey Salomón" es lo mal que ha envejecido el protagonista, porque hoy en día, Quatermain, cazador de elefantes y traficante de marfil de profesión, sería un cazador furtivo en la mayor parte de África. De hecho, en una de las primeras anécdotas que describe en su viaje, narra cómo uno de sus compañeros de expedición mata a una jirafa, simplemente, para probar su puntería.
Hay que tener en cuenta que es una novela del siglo XIX, cuando todavía se imponía el Imperialismo colonial inglés por medio mundo. Apenas existía una conciencia ecológica, de que había que cazar solamente cuando hay que matar el hambre. Cosa que, por otra parte, hacen Quatermain y los demás expedicionarios cuando se avanza en la aventura. Y después de haber leído esta parte, tampoco me sorprendió que se calificara como imposible el idilio amoroso que más adelante surgió entre este mismo expedicionario y una de las nativas. ¡Un hombre blanco y una mujer negra juntos, ¡qué escándalo!!
De todas maneras, ya estoy curado de espanto desde que leí "Robinson Crusoe", en el que el protagonista naufraga cuando iba a llevar a cabo un viaje para iniciarse como traficante de esclavos...


Pero a pesar de estos prejuicios míos, pude disfrutar de esta novela, del viaje de Quatermain que empezó siendo una expedición para buscar a un hombre desaparecido (con una mina de diamantes en el horizonte, que todo hay que decirlo), y termina descubriendo un país exótico y próspero nunca antes visto por ojos europeos.
Me llamó especialmente la atención las penurias descritas, cuando pasan hambre y sed al cruzar un desierto. Es uno de los puntos que tiene en común con "La odisea de Tashiko", cuya protagonista, al verse de repente sola e indefensa en un planeta primitivo, también pasa privaciones. Incluso está a punto de morir de sed, si no hubiera sido por la oportuna participación de uno de los nativos del planeta...
Aunque este asunto se explica mucho mejor en mi libro "La odisea de Tashiko", de Eugenio Piñeiro Mejuto, publicado por Ediciones Atlantis.

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