¿Femini-nazismo?

Sucedió el verano pasado. Intentando hacerme notar, para poder captar a nuevos lectores, publiqué un nuevo tema en un foro de ciencia ficción. En él hablaba de la nueva película de Valerian, que por entonces se iba a estrenar en breve. Y después de la presentación inicial, intenté explayarme, demostrar mis conocimientos sobre la obra gráfica de Mézières y Chrispin, en la que se basaba la mencionada película de Luc Besson, demostrar que mis novelas son buenas a través de las referencias que manejo a la hora de escribir.
Como decía, al intentar alargar el tema, se me ocurrió comentar que estos cómics galos me hubieran gustado más si la protagonista fuera Lauereline, la compañera de Valerian. Fue entonces cuando, por primera vez en mi vida, leí la palabra femini-nazismo, que expresaba la frustración de uno de los seguidores del foro, reaccionando ante mi comentario y visiblemente molesto por las obras protagonizadas por mujeres.
Mi primera impresión fue de asco. Esas dos palabras no pueden ir juntas. Porque el feminismo no es contrariamente diametral al machismo. Por aquel entonces, el Gran Wyoming lo dejó claro en su programa de televisión, leyendo en directo la definición en el diccionario de la RAE, a raíz de la declaración de un político, que tachaba a las feministas de viejas amargadas, que están todo el rato criticando y mandando. El feminismo, tal como se define en el mencionado diccionario, es un movimiento que busca la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. No busca una dominación de la mujer sobre el hombre, como piensan los que acuñan el término femini-nazismo. En todo caso, habría que redefinir al machismo como sexismo. Porque entonces sí, el feminismo sí es diametralmente contrario al sexismo. Por lo tanto, es imposible que el feminismo y el nazismo vayan unidos.
Así que me lo tomé a broma y respondí; ¡Atención! ¡Acabamos de asistir al nacimiento del femini-nazismo!
No obstante, en el mismo foro, enseguida se me recordó que en la Alemania Nazi también había mujeres en el partido de Hitler, algunas de las cuales se encargaron del exterminio de las prisioneras femeninas internadas en los campos de concentración.
¿Este argumento justifica la existencia del femini-nazismo? Absolutamente no. Porque si alguien se detiene a leer la ideología del partido Nazi, verá que dicta que el lugar de la mujer está en casa. De hecho, hoy en día, es difícil sorprender a una neo-nazi (ya saben, las que van con doble flequillo al lado de los cabezas-rapadas) dando palizas en la calle, al igual que sus compañeros masculinos. Porque ellas también creen que el lugar de la mujer está en casa, y lo mismo sucedía con esas mujeres que operaban en los campos de concentración.
Porque lo cierto es que las personas más sexistas (observen que ya no uso la palabra machista) que hay, son precisamente mujeres. Mujeres que prefieren no complicarse la vida y asumir los roles dados por la sociedad patriarcal imperante, para poder subsistir sin trabajar. De hecho, esas viejas amargadas y criticonas, de las que hablaba el político aquel, son en realidad un subproducto de una sociedad patriarcal. Así que yo le diría al político ese, que si no le gustan las viejas estas, lo mejor que puede hacer, es valerse de su posición para crear una sociedad más feminista e igualitaria. Porque así, dejará de haber mujeres que, al llegar a cierta edad y mirar atrás, se dan cuenta de que han desperdiciado sus vidas con sus labores de ama de casa, convirtiéndose en amargadas, mandonas y criticonas.
Y como a mí tampoco me caen bien estas señoras amargadas y criticonas, yo, a pesar de ser hombre y heterosexual, también soy feminista. Porque sueño con un futuro en que las mujeres se parezcan a Lara Croft, a la teniente Ripley, a Samus Aran o a la mayor Kusanagi. Mujeres interesantes, que son mucho más que féminas sensuales, que son valientes, inteligentes, buenas madres y sexualmente liberadas. Mujeres que no se convierten en viejas amargadas y criticonas con el paso del tiempo. Es el tipo de mujer que me gusta y con la que pienso emparejarme algún día. No me atraen para nada las sumisas que aceptan los roles sociales simplemente porque sí. Yo no necesito que ninguna mujer cocine, cosa o lave para mí.
También por todas estas razones, los personajes femeninos son muy importantes en mi obra. Ya lo eran en "El Heraldo del Caos" y en "El Observador". Y lo son aún más en "La odisea de Tashiko", cuya protagonista es una chica, que empieza siendo la típica dama en apuros y termina convirtiéndose en una heroína de acción.


Así que cuando vuelva a entrar en ese foro para promocionar "La odisea de Tashiko", ya estaré curado de espanto por si vuelven a trolearme con el dichoso femini-nazismo. Porque seguro que cuando hable allí de Tashiko y de sus aventuras (y de sus antagonistas sexistas, como el de la ilustración que acompaña estas líneas), volverán a tacharme con el mismo palabro, aunque ya no me importa que me insulten así.

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